Ahora sí el Invierno
Y los pingüinos trajeron de vuelta la extraviada estación del frío, la lluvia, los días más cortos, el gris de la muerte con su cortina de humo, tapando cordilleras y vírgenes; las sopaipillas retornaron a sus esquinas de siempre, guardamos la ropa liviana, a cambio de mucha lana y piel. Se encienden las estufas, la luz se prende más temprano y la boleta nos llega con un sobre cargo que duele. Es el invierno. Decidido, aunque seco todavía, mis huesos lo reconocen y rechazan. Extraño la poca ropa, la excitación que me provoca el sol, la luz eterna, las minifaldas de ciertas pantorrillas, la lágrima de sudor que se resbala por el esternón abajo, hasta tu sabes donde.
Vuelve el invierno en azul marino, los estudiantes secundarios colman las calles, se toman sus liceos, hay fiebre de dignidad en Chile. Me conmueve saber que no todo está perdido, que lo que no hicimos nosotros, podrán hacerlo mi hija y sus compañeros, la generación de la democracia. Llegó el invierno, y ya no me disgusta tanto. Puedo soportarlo, sabiendo que nuestros hijos no dejarán que se imponga esta realidad tan charcha. Que venga el frío, ya no le temo.