miércoles, mayo 03, 2006

La capacidad.

Sorpresa,
la adivinanza dicha en la cocina helada,
tus lágrimas de siempre que caen en la taza sin azúcar del té de toda la vida,
el gesto, la posición oblicua de mi mirada, el rictus,
el rasgo,
el riesgo
de sentir ganas de perdonar.
De abrazar las olas del mar,
responder al acertijo murmurando onomatopeyas,
(qué palabra más fea, como enfermedad, pobreza, codo),
esperando en la noche la hora de la entrega,
buscando a tientas las pastillitas, blanquitas como calzoncitos,
"qué estoy haciendo huevón", exclamo.
Me saluda la desconocida en su linda casa chica pero con luz, y los ojitos de sus hijas me miran (¿tendrán un papá capaz de buscar pastillitas?), no son mías me digo, pero podrían serlo, para eso estamos, cabrón.
Con la vergüenza de mi mal aliento, tufo piscolero, tomo las pastillitas, agradezco y salgo.
Ahora, en el fondo de mi maletín que llevo siempre, laten los corazones blancos de la mierda que tendrá que tomarse mañana, para seguir viviendo la tierna pesadilla que hemos elegido.

1 Comments:

Blogger :: CLauD!o :: said...

a veces perdonamos demasiado ...

4:04 p. m.  

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