miércoles, marzo 22, 2006

Acerca de la lucidez.


"La distancia más corta entre dos puntos, es la línea recta". Lo más fácil, también cuando hablamos de amor, podría ser entonces disparar directo al corazón. Sin rodeos, y al margen de los eufemismos que nos permite el idioma español - tan rico en ellos - y ajeno a la misantropía que en ocasiones profesamos, el boxeril uppercut al "sentimiento mayor" no debería fallar. Un "te amo"* exclamado sin titubear, la mirada puesta, decidida, en los ojos de la víctima, insisto, no debería fallar. (Está claro que no se trata de abusar del recurso, yendo por la vida disparando teamos sin discriminar). Sin embargo, el miedo, la cosa social, el marco de lo políticamente correcto, el peso de la religión, los traumas de la infancia, la imbecilidad, la culpa, el sinsabor de la derrota, el orgullo de shopping center y otras malas leches, son poderosos conspiradores y peores matapasiones a la hora del lance amoroso, honesto y franco, auténtico y gentil. Por eso, muchas veces nos quedamos frustrados por nuestra máscara mezquina, avergonzados por elnohaberexpresadoloquerealmentesentimos, más solos que nunca, viendo pasar la vida (y ese posible amor), quietos como un arbol sin hojas. ¿Cuántos amores perdidos, cuántos besos bailan sombríos en los umbrales de nuestros labios, cuántas caricias inutilizadas, cuántos gestos, cuánto afecto huérfano? Entonces, encendamos la lucidez, es decir, seamos claros en las expresiones: oficinistas y obreros, profesionales y vagos, tontos y pesados, borrachines y musculosos, niños y viejos, perros y gatos, Sebastianes y Romeros, no teman, díganlo: TE AMO.


* Aunque yo no me arriesgaría, el resultado no debiera ser distinto si utilizamos las variaciones existentes del vocablo en cuestión (te quiero, te idolatro, te estimo, te aprecio, te adoro, te venero, etc).

viernes, marzo 17, 2006

Angel y Bestia

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viernes, marzo 10, 2006

Sentirse mal

Agujas en el pelo y en la punta de los dedos,
sudor helado,
temblor ingrato,
mucosa, bronquios, inflamación,
la mirada gacha,
y en el horizonte gris,
las sábanas limpias,
la cama sola,
la sombra del damasco, la tele en sordina,
la botella de agua,
tus manitos heladas,
la mirada de mi madre viéndome dormir.
Ahora el silencio: estoy solo.
Es un poco morir.