lunes, diciembre 19, 2005

Infiel

Doy vuelta la página
y no es fácil seguir haciendo poesía.
Caen sobre mí, retratos del pasado,
se me moja la mejilla izquierda,
me hace falta, todavía,
la inspiración que tienen
las estrellas para parecer tan cerca.

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Se trata de conservar el azul tanto como el verde.
Albergar la combinación sensual de tu boca y la mía.
Almacenar las caricias, repartir las miradas
con equidad india, las justas medidas del placer.
Despacio, se supone, llegaremos empatados
a perder el pelo por el goce.

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Quisiera abrigarme, aquí cerca, adentro de tu casa.
Escuchar, por primera vez, el sonido extraño
de una máquina del tiempo, que pudiera
transportarnos hacia El Reino de lo justo,
de lo bello y lo feliz.
Mis desvelos eternos, quizás tengan su explicación
cuando intento, en vano, apoderarme de mi propio
paso por la vida.
Estrujo relojes, pavimento el camino con agua,
abro el desierto y quisiera a ratos,
golpear la puerta de una selva infinita,
donde estés esperándome con un corazón nuevo.
Quisiera, al partir, dejarte encima del velador
la hoja del árbol donde te estaré aguardando:
la dirección de mis sueños.




(Primavera de 1996).