lunes, diciembre 19, 2005

Perder


Un remolino de origen desconocido,
cruzó la arteria en donde estabas
preguntándote si era necesario
seguir viviendo.

Luego, rompiste en llantos,
mientras mi nube te abrazaba.

Pronto, serpenteó el camino,
se hizo humo, cogió el adiós,
se alejó para siempre.


(Primavera de 1996).